Robert Cornish: El científico que resucitaba muertos.

Robert Cornish fue un científico nacido en el año 1903, se graduó con honores a los 18 años y a los 22 obtuvo también con honores su Doctorado, para su época fue un científico precoz, que cautivó y al mismo tiempo repulso a la sociedad norteamericana y que siempre se sintió atraído por la idea de devolver la vida a los muertos por lo que en 1931 empezó a intentar resucitar a los muertos y para llevar a cabo ésta idea creo un aparato que fijaba el cadáver de un individuo fallecido recientemente en un plano inclinable, este cadáver no debía presentar ninguna lesión física, esta base inclinable permitía que el cadáver estuviera en varias posiciones, y lo movía de arriba hacia abajo, como una especie de columpio,  así era posible hacer que la sangre circulara de nuevo y se pudieran reactivar las funciones cerebrales y cardiacas, sus primeros experimentos los realizó con personas que fallecieron ahogadas y no obtuvo éxito, después lo intentó con personas que fallecieron de infartos y tampoco logró consolidar su experimento, aunque lograba que el color cambiara en los rostros y la palidez desapareciera y también conseguía señales de pulso, después de estos experimentos Cornish mejoró el sistema y decidió experimentar con animales,  sacrificaba a perros y les inyectaba coagulantes y estimulantes justo antes de columpiarles en el aparato inclinable, y sorprendentemente sí obtuvo resultados, algunos perros resucitaron y llegaron a sobrevivir meses después del experimento, aunque algunos ciegos y todos con severos daños cerebrales, el 22 de mayo de 1934 llevó a cabo una demostración pública en la que asfixió  con gas nitrógeno a cinco perros y los mantuvo muertos durante 10 minutos para posteriormente aplicar  su técnica de resucitación, 3 perros fallecieron y a los 2 restantes si logró revivirlos, estos 2 animales vivieron de igual forma meses después del experimento pero presentaron daños cerebrales, motricidad desequilibrada y ceguera, lejos de lo que creía Cornish la fama que alcanzó hizo que la Universidad cancelara sus proyectos ya que no estaban de acuerdo con el trato indigno que les daba a los animales, sin embargo, esto no desalentaría a Cornish quién continuó sus investigaciones  en casa y empezó a experimentar con cerdos debido a la similitud que guardan con el ser humano, fue aquí que obtuvo mayor respuesta por lo que continuó perfeccionando su experimento para realizarlo con humanos, ahora tenía todo más claro, primero haría circular la sangre por el cadáver gracias al balancín o columpio, y así oscilaba para que la sangre se bombease, después inyectaría una solución de suero salino, oxígeno, adrenalina, heparina, fibrina  y sangre al cadáver y al mismo tiempo insuflaba oxígeno a través de un tubo de goma que previamente había introducido en la garganta, en 1947 Cornish decidió que estaba listo para ponerlo en práctica con humanos y Thomas McMonigle, un recluso condenado a la pena de muerte en Estados Unidos, se ofreció como conejillo de indias, pero el estado de California rechazó la petición ya que si el experimento funcionaba lo tendrían que dejar libre porque la ley no permitía mantener en prisión a personas discapacitadas, después de ésta negativa y de sus experimentos fallidos en público así como el retiro de apoyo de la Universidad Cornish desapareció de la escena pública y muy poco se supo de él, lo que es cierto es su gran aporte a la medicina ya que algunas técnicas de reanimación suspendida tienen sus orígenes en los experimentos de este genio sensacionalista y extravagante, también es sabido que su fama fue tal que le dedicaron una película La realidad increíble, nunca sabremos si Cornish hubiese sido capaz de resucitar a un ser humano, quedará esa incógnita en el mundo científico, pero el mundo real aún no está preparado para llevar a cabo esos experimentos con humanos y hablar de resucitar jugando a ser Dios aún suena adelantado y descabellado en ésta época.

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