La leyenda del Callejón del Mezquite.

En el Estado de Guanajuato se encuentra un pintoresco callejón que cuenta con una de las leyendas más emblemática de los paisajes, colores y sabores de México, en ese angosto y oscuro callejón había una vecindad, en aquellos años no había luz eléctrica ni agua potable, la vecindad tenía un gran patio donde los niños que habitaban la vecindad solían juga y los adultos organizar fiestas, un día llegó a vivir una familia nueva al lugar, por su aspecto se podía apreciar que habían sido de familia acaudalada, la familia estaba conformada por los esposos y 2 hijos, la familia era muy seria y no platicaban con nadie, solían estar apartados, no les gustaba convivir ni compartir, y hasta lavaban dentro de los cuartos para no ser vistos, podía apreciarse que no estaban agusto en el lugar, se notaban serios, molestos y los niños no salían a jugar al patio, porque no les daban permiso, tampoco asistían a las reuniones aunque fueran invitados,, simplemente no les interesaba entablar ningún tipo de amistad con los vecinos, en el callejón había muchos árboles y justo a un lado de la casa de los nuevos vecinos empezó a crecer un mezquite que poco a poco fue llenándose de ramas verdes y frutos largos que eran la delicia de los niños del callejón ya que diariamente los niños iban a la sombra del mezquite a jugar y sus ramas les servían para columpiarse, se comían sus frutos y reían felices mientras los cortaban, por cada mezquite que los niños cortaban salían diez, el árbol creció rápidamente, y sus ramas se recargaban en la barda de la vecindad, eran tan fuertes que no solo daban sombra, también servía para que los muchachos se subieran a ver a las niñas de la vecindad, el mezquite era muy querido por todos los de la vecindad y los del callejón, los niños le pusieron de cariño el “mezquitito”, de pronto el amigo “mezquitito” fue el más popular, pero un buen día inexplicablemente las ramas del árbol llegaron hasta el techo de la vivienda de los nuevos vecinos y se expandieron dos grandes ramas, una quedó colgando exactamente en la ventana de la cocina de doña Rosa María, la mamá de la familia, quién al parecer era la más incómoda e inconforme por vivir ahí, esta rama era muy grande y tapaba un buen pedazo de la misma y por más que se cortaba volvía a crecer, un día la señora Rosa María muy molesta por la rama en su ventana salió con un machete para cortarla, estaba tan molesta que llena de ira gritaba que en ese lugar hasta los árboles la molestaban y aparte de los vecinos y los niños ruidosos tenía que aguantar a las plantas, en esos momentos llegaban su esposo y sus dos hijos y fueron testigos de su furia y coraje,  Rosa María enloquecida tiraba machetazos a diestra y siniestra y su esposo al tratar de detenerla recibió un fuerte golpe en el brazo y el hijo mayor también recibió un machetazo en la pierna, el lugar se tornó muy turbio, los gritos continuaban, había sangre y desesperación, de pronto el “mezquitito” cobró vida y dejó caer la gran rama sobre Rosa María quién continuaba histérica, después del fuerte golpe cayó completamente noqueada, el caos seguía hasta que llegó la policía y después la ambulancia, la señora Rosa María fue a dar a la cárcel y salió de ahí hasta que cumplió una condena de diez años, por intento de asesinato en contra de su esposo e hijos, durante el tiempo que permaneció presa no recibió ninguna visita, por lo que no sabía nada de su familia y al salir lo primero que hizo fue dirigirse al domicilio, al llegar a la vecindad su familia no estaba, ya no vivía ahí, los vecinos le dijeron que su hija se había casado con un militar y que vivía en la Ciudad de México y que su esposo había formado otra familia y ya vivía lejos del barrio, Rosa María sin fuerzas y muy triste por las noticias recibidas se sentó a la sombra del “mezquitito”, el cual ya era un árbol maduro y muy grande, ahí permaneció bajo su sombra en el día y por la noche tendía unos cartones y ahí dormía, vivía de la caridad y pasaron los años y un buen día Rosa María amaneció muerta bajo las ramas del mezquite que tanto había odiado, una de las ramas cubría su inerte cuerpo y parecía que la cobijaba, los vecinos la sepultaron a la sombra del mezquite y fue ahí su última morada, por muchos años el robusto árbol permaneció en el lugar, hasta que la Ciudad creció y tuvo que ser cortado desde la raíz para en su lugar poner una casa, pero hasta la fecha a un costado de la vecindad se escuchan gritos y llantos acompañados de golpes, los vecinos piensan que es el alma de Rosa María, quién no ha podido descansar, por eso el lugar se torna tan triste y tan tétrico ante esos lamentos de dolor, tristeza y arrepentimiento.

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