Terror en el ascensor

 

Por Ignacio Muñoz

Hay personas que cotidianamente conviven con el terror como parte de su vida, es algo que consideran que es más fuerte que ellos, sale desde el interior de sus mentes, un lugar que cuenta con su propio sistema de defensa, sin embargo estas defensas pueden ser insuficientes cuando el encuentro con uno mismo es una pelea constante entre “lo que pone en peligro tu vida” y “lo que puedes hacer por ella”. 

Básicamente, el miedo de usar un ascensor no es una fobia separada por sí misma, sino que es una parte de dos fobias más comunes – la claustrofobia y la acrofobia. Mientras que “claustrofobia” se refiere al miedo a los espacios cerrados, “acrofobia” se refiere al miedo a las alturas. El miedo de una persona de dar un paso dentro de un ascensor se asocia más frecuentemente con la claustrofobia porque la persona comienza a sentir ansiedad tan pronto como se mete en el ascensor. Aparte de la falta de espacio, este miedo irracional se puede atribuir también a la creencia de que no se puede escapar de este lugar. Mientras que algunas personas tienen miedo de entrar en un ascensor vacío, para otros es un ascensor lleno de gente que da la razón para preocuparse. Del mismo modo, la sensación de estar físicamente en altura también puede infundir miedo en las mentes de la gente, y por lo tanto se asocia con la acrofobia.

Después de la explicación científica solo faltaría agregar un ingrediente más que tiene que ver con la fantasía de haber escuchado historias de personas que tuvieron un encuentro de otra dimensión en el interior de un elevador como esta que fue compartida por un usuario.  

Raymundo era un hombre supersticioso que además tenía muchas fobias. Una de ellas era la de no soportar permanecer por mucho tiempo en espacios cerrados, ya sabes, lo que los médicos llaman claustrofobia. Sin embargo, por lo menos una vez cada seis meses tenía que sobreponerse de alguna u otra forma, pues debía visitar a su dentista; el cual tenía su consultorio en el sexto piso de una torre médica.

Ese día Raymundo llegó puntual a su cita, dejando su automóvil en el sótano y tomando el ascensor como era costumbre. Esos escasos minutos que pasaba encerrado ahí le parecían horas. Lo único que lo ayudaba era que a veces bajaban y subían personas en los distintos pisos, cosa que permitía que las puertas de aquel artefacto se abrieran de vez en vez.

En el ambiente se podía sentir algo raro, algo que no encajaba. Raymundo pulsó el botón marcado con el número seis y esperó pacientemente. A menos de un piso de llegar a su destino, el elevador se detuvo súbitamente. Había iniciado un temblor y por cuestiones de seguridad estos aparatos se desconectan automáticamente.

Esa situación prevaleció sin cambio por más de media hora, el hombre ya estaba empapado en sudor. Frenéticamente golpeaba las puertas pidiendo auxilio, sin que ni un alma lo pudiese escuchar. Cansado y severamente alterado por todo lo sucedido, tomó su navaja de bolsillo y la introdujo en medio de las dos puertas del ascensor.

Con un poco de fuerza logró abrirlas y así pudo percatarse de que estaba a unos pocos centímetros del piso donde tenía el consultorio su médico. Impulsándose con las piernas pudo alcanzar aquel sitio sin ninguna dificultad. Ya en el pasillo, se dio cuenta de que éste tenía un aspecto diferente. Además de permanecer en completa oscuridad, los picaportes de las puertas eran de color rojo.

Caminó hasta el final del corredor y llamó a la puerta del consultorio 66. Al no obtener respuesta, giró la perilla e ingresó rápidamente. La habitación tenía las paredes de metal y un fuerte olor a gas rápidamente inundó el sitio. De entre las sombras, salió el diablo y gritó fuertemente:

                                                                     Bienvenido al Purgatorio !!!

 No hay duda sobre el hecho de que el miedo es un mecanismo importante que nos ayuda a mantenernos alejados de varios peligros en la vida, pero el miedo irracional, como el miedo a los espacios cerrados o espacios abiertos, es algo que puede perjudicar las actividades diarias de la vida. El uso constante de escaleras sólo porque piensas que vas a quedar atrapado en el ascensor no es divertido, por lo que cuanto antes te deshagas de este temor, será mucho mejor.

 

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